domingo, 20 de septiembre de 2015

Debo decirte que...

     Sí, la chica de los zapatos rojos lo ha hecho otra vez. Criminalmente me regaló una sonrisa que embriagaría a los mismísimos Dioses. Así, mientras el alcohol resbala sobre el plástico del vaso hasta desaparecer en la boca de mis compañeros, mientras la bola 13 cae en algún hoyo de la mesa de billar, mientras en la rockola suena "Vasos vacíos", todos mis pensamientos revolucionan a favor de esos labios, ¿Qué carajos haces aquí, mujer? ¡Tú deberías estar allá arriba, con Atenea, con Freya, con Isis, con Venus, y con todas esas que se dicen Diosas simplemente porque no conocen de tu existencia!
     Y es que no son tus caderas secretas ni tus senos mesurados, ni tu cuello seductor ni tus nalgas bien formadas. No, son tus mejillas de algodón, tu mirada hechicera, tus labios de arándano, pero sobre todo y ante todo, es tu presencia y el bálsamo que a su paso despide. Es tu esencia que me persigue cual fantasma hasta que llego a mi almohada y se mete en mis sueños, para darme al día siguiente un deleitoso despertar.
     ¿Será posible que me acompañes a uno de esos lugares a los que tus ojos me transportan? Si puedes y si quieres, yo puedo mostrarte uno que otro paraíso más.
     ¿Qué sería de mí si tomaras mi mano?
     ¿A dónde iría a parar mi alma después de que estalle con una caricia tuya?
     ¿Seguiré viviendo si...?
     ¡No lo soporto más! Debo decirte que...





2 comentarios:

  1. ayyy el poder de la sonrisa.. buen texto.

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  2. Misael, tienes un talento inconmesurable. ¡Cerrad los barres y abrid las cremalleras!
    Besos, amigo.

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