viernes, 31 de julio de 2015

El fantasma de Jorge.

     Sus ojos se abrieron  y sólo vieron tierra, pero sabía perfectamente que volvía a estar presente.


martes, 28 de julio de 2015

Dejar caer el paraíso.

     Su recuerdo no es más que una silueta de colores, que cobra vida al ser plasmada en blanco y negro. Por alguna razón en mi memoria ya no figura su rostro; he olvidado que en sus ojos podía ver la creación y la extinción del universo al mismo tiempo; he borrado los restos dulces de sus labios sabor euforia y los restos agrios de su boca sabor tristeza; he dicho adiós a su nariz y su respiración tibia y placentera.
     Pero aún hay algo que conserva sus raíces, no en mi cabeza, sino en mi pecho, dentro, anclado hasta el fondo de mi sentir: Es su cabello cayendo sobre su espalda. Es su espalda cayendo hacia el cielo. Es el cielo cayendo hacia un terreno prohibido, terreno que habité y me condujo al infierno en el que ahora vivo: el infierno de su ausencia.
     Aquellas aves vuelan ante mí cual demonios al acecho, y la solución es enterrarlas en un ataúd, no importa si estoy adentro...




sábado, 18 de julio de 2015

Mensajes de mi almohada.

Mi cuerpo y mi alma no se encontraban en paz, algo las perturbaba. Salí de casa y comencé a caminar, cargaba un libro en la mano y vagaba para encontrar un buen sitio para leerlo, o cuando menos, apaciguarme.
     Pasé por los lugares más bellos del pueblo pero mis pies, por alguna razón, no se decidían a detenerse. Seguí andando terriblemente intranquilo, hasta detenerme frente a la casa de mis abuelos. No entendía bien el motivo pero mis sentidos me ordenaban quedarme allí. 
     El lugar no era muy atractivo, pues era una simple calle con una Iglesia a un lado, quizá su atractivo estaba en lo poco que la gente transitaba por ahí. 
Tomé asiento en una roca cercana, di un rápido y último vistazo a mis alrededores y, una vez confirmada mi ansiada soledad, di inicio a mi lectura...
"Viernes 21 de febrero.
Esta tarde, cuando venía de la oficina, un borracho me detuvo en la calle. No protestó contra el gobierno, ni dijo que él y yo éramos hermanos, ni tocó ninguno de los innumerables temas de la beodez universal..."
     Como por instinto levanté la cabeza y noté una figura divisando tras la cortina de la puerta principal de la casa de mis abuelos. ¿Serán ellos? Retiré mi vista y volví al escrito:
"...Era un borracho extraño, con una luz especial en los ojos. Me tomó de un brazo y dijo, casi apoyándose en mí: '¿Sabes lo que te pasa? Que no vas a ninguna parte.'..."
     ¡Carajo! Vaya coincidencia con mi situación actual. Mis ojos se dirigieron nuevamente a dónde antes... ¡¿Era ella?! Sí, era ella, no había duda, pero ¿qué hacía ahí, en la casa de mis abuelos? Casi sin darme cuenta ella ya estaba saliendo, bajé la mirada rápidamente y volví a leer, bastante agitado:
"...Otro tipo que pasó en ese instante me miró con una alegre dosis de comprensión y hasta me consagró un guiño de solidaridad. ¡No! ¡Por favor, no te acerques! Pero ya hace cuatro horas que estoy intranquilo, ¡Mierda, mierda, mierda! como si realmente no fuera a ninguna parte y sólo ahora me hubiese enterado."
     —Hola— me dijo con una sonrisa y aire coqueta. Su cabello se ondeó con el viento y la hizo ver endiabladamente hermosa.
     —Hola Saira— respondí, con una nerviosidad que me carcomía lentamente, torturándome.
     —¿Qué lees?
     —A Benedetti—. Dije, mostrando la portada del libro.
     —La tregua, nunca había oído hablar de él.
     —Deberías leerlo, es impresionante.
     —Claro, pero, ¿sabes? después de tanto tiempo, lo que realmente en estos momentos me gustaría leer es el tacto de mis labios junto a los tuyos, las caricias de tus manos sobre mi piel, la entrega de mi alma a tu ser...
    No pude pronunciar palabra alguna, me quedé estático e inmóvil, con la mirada perdida y el corazón palpitante. Y no hubo necesidad de nada más, en tan sólo unos segundos, ella estaba sobre mis muslos, acariciando mi mejilla. Y, sin darme cuenta un roce suave y eléctrico alcanzó mis labios, eran los suyos y su dulzura, eran sus labios y su ternura, sus labios y su amor...
     —¡Saira! Ven, por favor.
     Era su madre y ella se marchó...


     Escuché un ruido y desperté sobresaltado. Nuevamente un sueño había jugado con mi consciencia y mi realidad ¡Carajo! Ahora, a pesar de ello, me sigue inquietando la posibilidad de su cumplimiento, y más aún, me altera saber que es cierto, realmente no voy a ninguna parte y sólo ahora me he enterado...




martes, 14 de julio de 2015

Anhelos.

     Tomé al mundo en mis manos. Mi mirada se cruzaba con todas y cada una de las de los habitantes que estaban en su interior. Ellos me observaban inmóviles, aterrorizados. 
Allí estaba ella, Venus P, con los ojos abiertos como esperando que yo hiciera algo. Con una tranquilidad casi temible lancé un suspiro, provocando un fuerte pero exquisito viento. Inmediatamente se vio un espectáculo: cabellos ondeando, faldas levantándose dejando ver algunas hermosas piernas, globos de helio arrebatados de las manos de los niños, sombreros al aire y sobre todo, la sonrisa dibujada en su rostro. Le devolví la sonrisa y de pronto, todo el mundo, al mirarnos, se llenó de alegría...
   
     Los rayos del sol que atravesaban mi ventana me despertaron. Claro, tenía que ser sólo un sueño, pero estoy seguro de que en la realidad, su sonrisa sería capaz de revolucionar a este planeta. A pesar de todo desperté de mal humor, supongo que se debe al saber que al abrir los ojos todo vuelve a la normalidad.
Salí a la calle y caminé por un rato.
     —Hola— me dijo una niña de unos ocho años. Era morena y de cabello largo, vestía a la moda y caminaba con gran seguridad. Seguro estoy de que cuando crezca será por demás atractiva.
    —El es mi novio— le dijo a sus amigas cuando creyó que la distancia era suficiente para que yo no la escuchara. ¿Acaso era su amor platónico de la infancia? En fin, dejé que alardeara, no hacía daño a nadie. 
      Casi inmediatamente pasaron dos niños montados en un palo de madera con una cabeza de caballo al frente. ¡Qué divertido! ¿Por qué ya no podía hacer eso? 
Subí las escaleras y entré a mi  apartamento...

     -¡Qué ridículo!- murmuró una señora a su comadre.
     -¿Qué se supone que hace?
     -¡Qué vergüenza! 
     A lo largo de la calle Torres Quintero, un chico de aproximadamente dieciocho años "cabalgaba" sobre un palo de escoba. "¡Arre!". Dobla en la esquina y se aleja velozmente...

     Es curioso haber iniciado el día anhelando el querer de una mujer, y terminar cumpliendo el deseo de libertad y de retroceso... 

     La cabeza de caballo cruzó la avenida. Debajo del camión estaba el palo de madera partido en dos y dos metros más adelante, la sangre corría, una vida se esfumaba y un anhelo quedaba en el recuerdo...

    

Dibujo hecho por mí hace aprox. 3 años.

jueves, 2 de julio de 2015

¿Dónde se encuentra la Felicidad?

     ¿Dónde se encuentra la Felicidad? Sé que es muy pronto para decepcionarlos pero, debo decir, que nunca encontrarán la Felicidad si lo que están haciendo es precisamente, buscarla. Bueno, eso es lo que a mi opinión respecta.
     Pero ¿por qué? Pues bien, antes que nada, debo enfatizar en mi consideración acerca de la Felicidad: ¡No es un objetivo o meta a la cual seguir! Esto lo digo por el hecho de que, es evidente que ese ha sido un grave error de la humanidad, perseguir la Felicidad e intentar conseguirla a toda costa. ¿O no? Creo que muchos me darán la razón en este sentido.
     Pero centrémonos en lo que importa. He decidido dividir este concepto en dos: La Felicidad sustentada, y La Felicidad espontánea. 

     Entendemos (o mejor dicho, yo lo expreso) como Felicidad sustentada a aquella que tiene sus cimientos en acontecimientos dignos de propiciar satisfacción. Es decir, aquella felicidad que requiere de razones para existir; por ejemplo, algún trofeo de fútbol, una medalla de primer lugar, una buena nota en Matemáticas, una boda, etc.
     Por otro lado, la Felicidad espontánea es la que surge sin más, sin motivos. ¿Cómo es esto? Teóricamente no podría expresarlo muy bien, pero presentaré un ejemplo: Con frecuencia, suele suceder que de la nada, comienzo a sonreír e incluso a reír, mis amigos se cuestionan el porqué y a veces suelen irritarse puesto que piensan que me burlo de ellos, pero ¿qué sucede en realidad? Simple y sencillamente es un ataque de alegría, de felicidad, tal como me encuentro ahora al plasmar este escrito.

     Ahora bien, aún cuando yo he establecido estos dos conceptos debo aclarar que, en el caso del primero, considero que ese tipo de felicidad no es felicidad, sino más bien satisfacciones y placeres. Me empeño en asegurar que mi segunda definición es la felicidad completamente auténtica, o cuando menos, la mejor...
     ¿Que puedo estar en un error? Claro.
     ¿Que ambas son manifestaciones de felicidad de distinta manera? Estoy igualmente de acuerdo.
     Lo que es seguro es que este escrito fue producto de una felicidad auténtica, una felicidad espontánea. Quizá toda alegría es auténtica, y realmente reflexionando creo que en verdad es así, y que todo este rollo no es más que vanidad de querer tatuar todo en letras.

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