lunes, 26 de octubre de 2015

Perdido.

    «Ella me dijo que nuestro amor sería eterno, pero que eso no quiere decir que estaremos juntos toda la vida. Y sí, no estamos juntos. Y sí, es eterno. Y sí, aún la amo».
-Oscar Matey                                             

     Su cuerpo era el más exquisito bosque. Era ahí, donde podía estar indefenso ante su calor, u osado ante la tentación. Verla desnuda siempre fue una travesía; perdiéndome entre sus montañas, nadando dentro de sus ríos, aventurando entre sus cuevas.
     Perdido.
     Perdido.
     Perdido.
     Perdido en una red de remembranzas y quimeras. Hay una lejanía más maravillosa que el paraíso: sus labios. Esa humedad y esa tibieza que me empapaban de sensaciones...
     Ahora todo ha quedado entre almohadas y fantasías. 
     ¿Qué hay más terrorífico que la fabricación de anhelos inalcanzables?
     Hoy, existe una realidad fascinante: la memoria de mis dedos. En ellos hay cicatrices de caricias, pedacitos de tu piel. estigmas de la vida. Y entonces veo tu vientre placentero, tus piernas misteriosas, tus caderas carceleras... ¡Huellas!
     ¿No crees que es hora?
     Es hora de admitir, que si antes estaba perdido, ahora no queda ni rastro de cordura....


viernes, 16 de octubre de 2015

Amores platónicos.

     —Tienes un segundo para alcanzarme— dije. Ella levantó la mano con una agilidad impresionante hasta tocarme el hombro. 
     —¡Listo!
     —Me refería a alcanzar la infinidad de mi querer...
     Sus mejillas se ruborizaron y bajó la mirada. Era esa timidez tan coqueta la que me encantaba y provocaba en mí un placer inexplicable. La tomé en mis brazos como para tranquilizarla, pero me di cuenta que su corazón palpitaba con una fuerza impresionante. Acaricié sutilmente su cabello negro hasta que levantó la cabeza y me disparó una mirada encantadora. Retiré con lentitud el mechón que cubría su frente y besé su rostro. 
     Se aferró a mí como niño a su juguete. 
     —Hey, tranquila— dije enternecido, — no se va a acabar el mundo...
     —Pero se acaba este momento, que es casi lo mismo.


*
     A pesar de todo, no éramos novios. Éramos simples amantes acobardados, incompletos. Sus labios, cual barco turístico, me invitaban a una travesía a la que jamás abordé. En sus ojos parecían haber cadenas que te atrapaban en una prisión paradisíaca. 
     —Debo ir a casa.
     —¿Te acompaño?
     —Por favor...
     Caminamos bajo una noche transparente y estrellada, tomados de la mano. Las calles yacían solitarias pero acogedoras. Los pasos, cada vez más lentos y alargados, parecían no querer llegar a su destino. Se detuvo un momento para acomodarse el cabello en un chongo que la hacía ver condenadamente bella, exquisita.
     —Linda luna ¿No crees?
     —No tanto como tú con ese labial y ese peinado.
     El rubor apareció de nuevo.


*
     Su hogar no era muy grande, pero era adecuado para una mujer que vive sola. Un lugar elegante de estilo minimalista por fuera y un tanto barroco por dentro. Una combinación alocada pero bastante atractiva.
     —¿No crees que hemos dejado caer demasiada arena al otro lado?
     —¿Qué?— contesté, sin comprender lo que me decía.
     —Sí, que hemos dejado pasar mucho el tiempo... 
     Ya adentro, comenzó a zafar su blusa, botón tras botón. Comenzó a divisarse un vientre delgado y un ombligo hechicero que se convirtió en el centro del mundo. La blusa cayó, dejando al aire unos hombros delicados. Y también la falda, desamparando unas piernas divinas. Y el sostén y las bragas rojas. Ahí, entre sus piernas, estaba la puerta a otro mundo. 
     Me desnudé y me acerqué.     
    En la cercanía nuestros cuerpos parecían arder. Con cada milímetro menos de distancia nos desintegramos de a poco, hasta consumirnos en un contacto magnético. 
Y nos desvanecimos, sin más. Sin haber rosado siquiera los labios...

jueves, 8 de octubre de 2015

Sucede que, a veces...

    «En algún instante del futuro está presente el peso del pasado, los delirios de la mente».
                                                                                       -'Muelas de gallo', rapero mexicano.


Sucede que, a veces, tu alma tiende al exilio en espera de una futura reconstrucción. Y se va, mientras lo único que atinas a hacer es encerrarte en esa jaula de pensamientos, donde el ave aprisionada eres tú. 
     Sucede que, a veces, las palabras se vuelven ciegas, los oídos mudos y los ojos sordos. Y echas a andar, sin más, con el peso ennegrecido de los recuerdos, con la carga exacerbada de un adiós, con el bulto impuesto de unas piernas que no acariciarás jamás. 
     Sucede que, a veces, abres los ojos y no encuentras más que el reflejo podrido de tus agallas, que no encuentras más que los fragmentos de una mente sin memoria, y entonces gritas, pero sólo por dentro. Y el eco de esos murmullos crea un Big-bang en tu interior hasta que caes desfallecido en la calma de una almohada.     
     Sucede que, a veces, anhelas una mujer simple y sencillamente para brindarle algunas letras, para abrazar su cintura, para morderle los labios, para recordarle lo hermosa que luce día con día. 
     Sucede que, a veces, te comparas con el Sol y lamentas el poco brillo que despides; o con la Luna, y te afliges por no tener ni un sólo verso dedicado a ti. Entonces, no queda más que ir con la cabeza a cuestas, deambulando entre sombras, sumergiéndote en tu figurilla ignominiosa. 
     Sucede que, a veces, tu alma tiende al exilio en espera de una futura reconstrucción, y yo, estoy en busca del primer andamio...