lunes, 18 de mayo de 2015

Prenderemos fuego al cielo.

                                                 "Acaríciame, haz que no sienta el dolor
de las penas que hay en mí
Acaríciame, ¡nunca lo dejes de hacer!
pues estando junto a ti:
puedo volar..."
                                                -Triciclo Circus Band

1.

     Tomé asiento y la observé. Aquella estilista era linda e inmensamente tierna. Sin darme cuenta me hallaba absorto en su figura; tenía unos ojos encantadores, no por su color sino por un brillo excepcional y bello, una nariz de rasgos finos y unos labios carnosos que incitan a la tentación. Sus pechos redondos y adecuados en su tamaño...
     —En un momento te atiendo— dijo ella con una sonrisa.
     ¡Carajo! Se había dado cuenta de que la observaba. Sentí una inmensa pena y pude percibir como me sonrojaba.
     —Sí, gracias— dije.
     Ella siguió con su trabajo. Los cabellos caían. ¡Dios, qué hermosa sonrisa tenía! Se dio vuelta y miré su cintura, esperanzado de sujetarla en un abrazo algún día.
     —Puedes pasar— me dijo. Mientras realizaba su labor, yo seguía mirándola por medio del espejo. Algunos movimientos la acercaban a mí permitiéndome percibir su dulce y embriagador aroma...
      —¡Listo!
     —Muchas gracias ¿cuánto te debo?
     —Son treinta pesos.
     Saqué de mi bolsillo el dinero y pagué. Me disponía a salir cuando ella se acercó y susurró a mi oído "Ven a verme mañana después de las ocho".

2.

     -¿Qué es lo que veo en una mujer? Pues como casi cualquier hombre, me agrada la voluptuosidad femenil, un "cuerpo escultural". Pero supongo que tu pregunta es más bien qué es lo que veo en una mujer para tener una relación ¿no es así? Pues no sé, una mujer con belleza en sus ojos, en su mirada, en su sonrisa, es algo que altera mis sentidos. Soy amante del arte, por tanto, soy amante de aquellos aspectos que para la mayoría son difíciles de percibir. Me enamoro de lo oculto, del pensamiento, de la sensualidad del alma. La mujer que puede producir en mi la sensación equivalente a la admiración de un cielo arrebolado, ella, querida amiga, ella es el amor de mi vida, y vaya que me he convertido en gato, porque hasta ahora he tenido siete vidas...
     Levábamos platicando casi dos horas, la noche estaba encantadora. La luna resplandecía incandescente, imponente. 
     -Es tarde, debo irme...
     -No, por favor, quédate un poco más.

3.

     Poco a poco fui recorriendo su cuerpo. Su aroma hechizante provocaba en mí un placer inexplicable. Uno a uno los besos me transportaban a un mundo de fantasía.  Lentamente mis manos temblorosas retiraban su vestido. 
     —Prenderemos fuego al cielo...
     
     Incendiados en el fuego del placer, dos cuerpos se sumergían en el calor del cariño...

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