miércoles, 27 de mayo de 2015

¡Feliz cumpleaños!

     En el año del 97, hace dieciocho años, viniste al mundo. Y tan sólo ocho días después yo aparecí para que cinco años más tarde, tuviéramos nuestro primer encuentro.
     Era el verano del año 2002 cuando ingresé al jardín de niños "Gustavo Adolfo Becker" para cursar mi segundo año de preescolar. Al llegar, en el primer día de clases, recuerdo la imagen de los niños llorando y a mí observándolos, taciturno e impasible, quizás pensando "¿Por qué lloran?".
     Mi memoria no da para tanto, sólo recuerdo la sensación que se produjo en mis sentidos al conocerte. Fue una simple (o mejor dicho, extraordinaria) impresión, admiración ante la lindura que poseías. Fue de esas impresiones que frecuentemente uno tenía cuando era niño, en dónde aún estaba descubriendo el mundo y ahora me encontraba con algo insólito: la belleza de una chica.
     Era algo demasiado distinto al ladrido de un perro, al ver caer la lluvia o arder el fuego. Quizás entonces es que conocí al que todos llaman "el primer amor". No porque en verdad te amara, sino porque la inocencia de la infancia me permitía darme esas sensaciones. Ahora, a mis casi dieciocho, me he familiarizado con la idea de que los amores más auténticos, son los de la niñez y los de la etapa adulta, el uno por la inocencia, el otro por la madurez.
     ¿Estarás esperando mi felicitación?¿O simplemente te es indiferente? Supongo que es lo segundo.
    En fin, si llegas a leer esto, ¿te acuerdas del baile de salida del kinder? Bailamos juntos y para entonces mi hermano mayor ya se había dado cuenta de que me gustabas. ¿Y las cartas que nos mandábamos en la primaria? Eso fue muy lindo, aunque claro, éramos niños. ¿Fue mi imaginación o algún día de la primaria me pediste que fuera tu novio? ¿Porque después de que dije que sí nos dejamos de hablar? Seguramente dentro de mi ilusión no hice más que soñar cosas...
     Durante la secundaria pasaste desapercibida. Dejaste de gustarme ¿Por qué? No lo sé.
     Y sin embargo, tres años y medio más tarde, inesperada e inexplicablemente, te vi y mi frecuencia cardíaca se alteró. ¡Te lo juro! Podía sentir los golpeteos de mi corazón como implorando tu presencia ...
     Pero ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?
     Estoy completamente seguro de que no estoy enamorado de ti, y he llegado a la conclusión de que poco a poco te convertiste en una obsesión, en la viva figura de lo imposible...
     Tal vez baste sólo un beso, o incluso un rechazo de tu parte para dar fin a esta historia de "amores platónicos". Ojalá pudieras decir "¿Sabes? Me gustas..." o también "¿Sabes? Lo siento pero es hora de dar fin a tus esperanzas..." En verdad, cualquiera de las dos es buena...

     ¿A qué venía todo esto? ¡Ah, sí! ¡Feliz cumpleaños, "obsesión platónica"!


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