viernes, 29 de abril de 2016

Esperando.

—¿Misael? ¿Estás aquí?
     —Sí.
     —¿Qué haces?
    —Esperando.
     —¿Qué esperas?
     —...
     —¿Qué? ¡Respóndeme!
     —Sólo necesito tiempo.
     —¿Tiempo? Es justo el que acabas de desperdiciar. Lo siento pero el cuerpo que hoy carga conmigo —tu alma— no pertenece al hombre que yo conozco. Hoy cometiste una gran estupidez. 
    —Lo sé.  
     —¿Y luego? ¿piensas quedarte ahí sentado?
     —Al menos hasta que mi guerra cese. 
     —Verdaderamente no sé qué demonios pasa contigo. ¿Y la valentía? Te recuerdo que me hiciste una promesa: dijiste que dejarías tu cobardía. ¡Ya eres un adulto, carajo! No quiero que, sin más, te quedes ahí, con las nalgas pegadas a una silla opresora y tirana. ¡Levántate, chingada madre! Ya deja atrás a ese niño débil. Es hora de despedirte de ese maldito infante sin agallas, de esos berrinches y las estúpidas ganas de dejar el mundo por un mísero error. ¡Levántate como siempre lo haz hecho! Creo que, a esta altura, ya no estás para entregarte a un dolor que bien sabes que puedes desechar...
     —Tal vez no quiero.
     —¿Qué dices?
    —Que quizá extrañaba sentirme derrotado. Mis victorias ya han sido demasiadas. Hace mucho que no sentía este maldito terror. Tal vez me apetece entregarme a esta jodida impotencia que me tiene atado de brazos. Sólo así puedo aprender...
     —Estás sonando como un verdadero perdedor. Alguna vez oíste por ahí: «Que la vida de lecciones no significa que tú estés aprendiendo» ¿correcto? Pues déjame decirte que es lo que haces. Más bien yo diría: «Aprendes pero no corriges». No seas ingenuo, por favor. Tienes un gran problema, y es desperdiciar las oportunidades que se te presentan. ¡Abre los ojos! Haz ganado muchas veces, es cierto, pero con circunstancias que tú mismo provocas, y está bien, pero no está de más aprovechar lo que la vida te regala. 
    —Puede que tengas razón. 
     —Nada de "puede", tengo razón...
    —Es que ella...
    —¿Ella qué, con un demonio? ¡Es sólo una mujer! 
   —Pero es distinta. Tú bien sabes que sólo ha sido con ella con quien no he podido derrochar valentía. No es como las demás. Hay algo en ella que rompe esquemas. Su sola presencia hace que destroce cada paradigma y estereotipo existente. Ella tiene un poder especial. Y no sé cómo vencerla. ¿Viste sus ojos? Hoy lucían espectaculares. ¿Qué hacer ante semejante imposición? Te juro que no soy yo, es ella y su excepcional manera de existir. Uno no puede ser valiente así, es como enfrentarte a un ejército de dragones, con tan sólo un cepillo de dientes como arma. 
     —Pues no sé cómo le hagas, pero el hombre que en estos momentos estoy observando, no merece cargar con el nombre que le fue asignado. Ese nombre es exclusivo para el guerrero que yo conozco. Ese nombre sólo puede ser portado por alguien que sobrepasa los límites de lo limitado. Ese nombre es para quien no se deja atrapar por absurdos. Si crees que estás apto para ocupar ese puesto, adelante, no te detengo. Es más, te perdonaré esta y muchas más. Pero el día que me desesperes te juro que te abandono, por no decir que es lo mismo que quitarte la vida...
     —Espera...
     —Sí, dime.
     —Si la ves, dile que la estuve esperando. No sólo hoy, puede que toda la vida...

6 comentarios:

  1. Cierto! Son grandes batallas que lidiamos algunas veces con nuestros miedos, incluso con nuestro pasado, son miedos que nos hicieron lo que somos hoy, y hoy somos mas humanos, tanto como para regresar a sufrir con aquellos viejos problemas que no hacen nada mas que quitar tiempo...
    Me gusto como usaste las groserias, es mas natural XD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. «Ahora lo entiendo, estoy viviendo»
      ja, ja, ja A veces se necesita ese vocabulario
      Muchas gracias Helena :D

      Eliminar
  2. Esas platicas con nuestros adentros... Genial post!

    ResponderEliminar
  3. De tanto esperar podemos sacar raíces, lo peor es que a veces lo único que nos podría sacar de allí es un simple saludo.

    ResponderEliminar