miércoles, 4 de febrero de 2015

La número 200.

     Mientras el bolígrafo mancha este folio con letras, mi mente es inundada por tu recuerdo. Mi ser taciturno aclama tu presencia.
     Extraño tu dulzura, el brillo especial de tus ojos, que entre ellos hacia abajo, dan origen a tu nariz, fina y adecuada. Y siguiendo el transcurso descendente, puedo percibir tus labios (tan grabados en los míos) y la exquisitez de tus besos. Tus mejillas tan coquetas y de un rubor inocente mantienen su estancia dentro de mis pensamientos, alterando mis sentidos, como cuando aún no te marchabas.
     Tengo en mi organismo patologías de amor, de nostalgia, de tu ausencia.
     Y entretanto, bajo la luz de una lámpara de noche, abrazo tu almohada, que aún contiene restos de tu esencia.
    Guarda paciencia, que soy viejo y no tardo en acudir a tu encuentro...

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